El día de ayer comenzó como todos y supuestamente se iba a adaptar a la rutina de estas últimas semanas de encierro: despertar, tele, ordenador y de nuevo a dormir. Entre todos esos acontecimientos se intercalarían seguramente trillones de pensamientos negativos, pero no lo bastante como para salirse de mi pesimismo habitual y por lo tanto, medianamente tolerables y soportables. Pero los pronósticos fallaron, el día se torció volviéndose aún más lúgubre de lo normal. En el post de ayer os conté que había discutido con mi madre, pues pra rematar, despues de la cena ( si, nopude evitar cenar, soy una cerda), mi hermano dijo que él estaba muy bueno y que por eso ligaba el doble que yo, me llamó gorda, dijo más o menos esto: "Si, yo es que estoy muy bueno, claro, tú como estas gorda..." y añadió que yo nunca sería mejor que él por muy delgada que llegara a estar. Para rematar me llamó napiuda, aunque esto me da igual porque es mentira. Yo me puse a escuchar música con el MP4 y con la mirada perdida sintiéndome fatal: patética, humillada, GORDA. Si, la verdad duele pero es verdad y sólo hay dos posibles posturas ante ella: intentar cambiar o aceptar la realidad, hay que elegir entre lucha y resignación.
El caso es que me encontraba horriblemente mal asique me dirigí al cuarto de baño, abrí el grifo del lavabo, cogí el cepillo de dientes y sentada en el suelo me recliné sobre el báter e intenté vomitar.
Tarde un rato en lograrlo pero al final expulsé casi toda la cena, supongo que ésta es la primera vez que vomito en serio, ya que, aunque lo habia intentado muchas veces antes, nunca había conseguido "frutos".
Al terminar sentía la cara ardiendo, tenía los ojos rojos ( no se si de vomitar o de llorar), me dolía la garganta y más tarde también el estómago y estaba claro que aquel ritual no me haría adelgazar, al menos no a corto plazo, pero me sentí en parte bien por ser capaz de hacerlo por fin tras tantos intentos fallidos y porque sentí por un momento que, no sólo expulsaba la comida, sino todos los problemas que pudiera tener. Por un moemnto quedé vacía de dolor. Pero por otro lado me resultó denigrante verme en esa situación, tener que llegar a lo más bajo por ser incapaz de dominar mis impulsos.
Me dañó lo que dijo mi hermano, se que se avergüenza de mi, pero esó se acabó. Demostraré que puedo lorar lo que quiera y que no soy una gorda incontrolada, voy a adelgazar y da igual cuánto tiempo tenga que pasar sin comer o cuántas veces tenga que provocarme el vómito, haré lo que sea para volver a ser un motivo de orgullo y no una vergüenza, no solo para los demás sino tambien para mi misma, y para que mi hermano se trague sus asquerosas y podridas palabras. Aún no saben bien de lo que soy capaz.
