lunes, 6 de febrero de 2012
La joven encendió un cigarrillo. Otro más. Y permaneció callada y pensativa mientras observaba el humo elevarse poco a poco hacia el firmamento, ligero, delicado, hermoso. Alzaba el vuelo hacia la zona más azul del cielo, como ansiando entremezclarse con su limpieza y serenidad, deseando con cada una de sus inexistentes fibras purificarse de todo su veneno para así llegar a convertirse en aire fresco y puro, inodoro, incoloro, sencillamente libre y perfecto.
domingo, 5 de febrero de 2012
La chica cruzó la entrada de la cafetería, como llevaba haciéndolo desde hacía año y medio, siempre a la misma hora, en el descanso del trabajo.
Iba sola, cabizbaja y en su mirada habitaba un evidente brillo de nostalgia por todo aquello que tuvo y no supo conservar, y por todo aquello de lo que quiso desprenderse y que nunca logró abandonar.
Se dirigió a la barra, se sentó y pidió al camarero de siempre una copa de lo más fuerte que tuviera. Él, acostumbrado a que la chica nunca tomara nada que no fuera un café solo, se le quedó mirando extrañado un par de segundos, intentando averiguar la causa de tan repentino cambio, el motivo por el cual una persona decidía tomar alcohol a las 11 de la mañana y entre semana.
La chica, ante el pasmo del hombre reaccionó diciendo:
-¿A qué esperas?, no tengo todo el día, mi descanso termina en media hora, ponme un Whisky o un Vodka, si no tienes nada con más alcohol que eso...
El hombre se inclinó hacia ella y susurrándole confidencialmente al oído le respondió:
-Que esto quede entre tú y yo, pero si que tengo algo más fuerte que eso, mucho más, algo que seguramente nunca en tu vida has probado, ni volverás a probar en ningún otro lugar.
Sorprendida y algo asustada, la chica tardó un rato en contestar, dándole vueltas en su cabeza a las palabras que acababa de escuchar, y preguntándose a sí misma si debía o no continuar con esa conversación, arriesgarse a probar aquel mágico elixir del olvido de las penas que ahora mismo se le ofrecía.
Al ver que la chica no contestaba, el camarero se le adelantó:
-Que conste que no suelo ofrecer esto así por así, te lo propongo a tí porque pareces muy buena chica y me apena que estés triste.
-¿De qué se trata?. Inquirió ella
-Arsénico.
-Perfecto. Que sea doble.
Iba sola, cabizbaja y en su mirada habitaba un evidente brillo de nostalgia por todo aquello que tuvo y no supo conservar, y por todo aquello de lo que quiso desprenderse y que nunca logró abandonar.
Se dirigió a la barra, se sentó y pidió al camarero de siempre una copa de lo más fuerte que tuviera. Él, acostumbrado a que la chica nunca tomara nada que no fuera un café solo, se le quedó mirando extrañado un par de segundos, intentando averiguar la causa de tan repentino cambio, el motivo por el cual una persona decidía tomar alcohol a las 11 de la mañana y entre semana.
La chica, ante el pasmo del hombre reaccionó diciendo:
-¿A qué esperas?, no tengo todo el día, mi descanso termina en media hora, ponme un Whisky o un Vodka, si no tienes nada con más alcohol que eso...
El hombre se inclinó hacia ella y susurrándole confidencialmente al oído le respondió:
-Que esto quede entre tú y yo, pero si que tengo algo más fuerte que eso, mucho más, algo que seguramente nunca en tu vida has probado, ni volverás a probar en ningún otro lugar.
Sorprendida y algo asustada, la chica tardó un rato en contestar, dándole vueltas en su cabeza a las palabras que acababa de escuchar, y preguntándose a sí misma si debía o no continuar con esa conversación, arriesgarse a probar aquel mágico elixir del olvido de las penas que ahora mismo se le ofrecía.
Al ver que la chica no contestaba, el camarero se le adelantó:
-Que conste que no suelo ofrecer esto así por así, te lo propongo a tí porque pareces muy buena chica y me apena que estés triste.
-¿De qué se trata?. Inquirió ella
-Arsénico.
-Perfecto. Que sea doble.
sábado, 4 de febrero de 2012
Adiós
Estoy cansada de esta mierda, cansada de no tener el control de mis actos ni de mi propia vida.
Necesito sentir que soy capaz de conseguir lo que me proponga y saber que una obsesion que surgió hace mucho tiempo originada por unas circunstancias que ya no existen no va a dominar mi vida, no va a determinar lo que soy capaz de hacer o tener, si no que soy yo quien decide en función de lo que me apetece o lo que considero mejor en cada momento.
Decido decirle adiós para siempre, escogo no verme obligada nunca más a mirarle a la cara, esa cara demoníaca cargada de pústulas y colgajos de carne putrefacta que corona un cuerpo esquelético recubierto de piel amarillenta y reseca, corroída por la enfermedad. Nunca más volveré a dejarme intimidar por esa imagen, la visión de la muerte que tantos días intentó llevarme con ella haciéndome creer que el único modo de ser alguien en este mundo era pesar 47 kilos como máximo. Un ser maligno que me forzó a odiarme a mi mísma y al mundo, aprovechándose de la flaqueza que me caracterizaba por aquel entonces, cuando por primera vez vino a visitarme, instalándose en mi interior durante tantos años y alimentándose de mi felicidad hasta dejar solamente un desierto inerte.
Necesito sentir que soy capaz de conseguir lo que me proponga y saber que una obsesion que surgió hace mucho tiempo originada por unas circunstancias que ya no existen no va a dominar mi vida, no va a determinar lo que soy capaz de hacer o tener, si no que soy yo quien decide en función de lo que me apetece o lo que considero mejor en cada momento.
Decido decirle adiós para siempre, escogo no verme obligada nunca más a mirarle a la cara, esa cara demoníaca cargada de pústulas y colgajos de carne putrefacta que corona un cuerpo esquelético recubierto de piel amarillenta y reseca, corroída por la enfermedad. Nunca más volveré a dejarme intimidar por esa imagen, la visión de la muerte que tantos días intentó llevarme con ella haciéndome creer que el único modo de ser alguien en este mundo era pesar 47 kilos como máximo. Un ser maligno que me forzó a odiarme a mi mísma y al mundo, aprovechándose de la flaqueza que me caracterizaba por aquel entonces, cuando por primera vez vino a visitarme, instalándose en mi interior durante tantos años y alimentándose de mi felicidad hasta dejar solamente un desierto inerte.
Las Cosas Que No Digo
Quiero sólo más silencio
en esto que yo hago
se puede en un momento
duermes, pero siempre.
Me digo "más despierto"
remordimiento sientes
ando contra el viento o resisto, qué se yo.
Y juego a pié desnudo en el fuego,
intentaré otro asalto,
podría hasta gustarme,
apuesto y nunca gano.
Y luego... vendado caigo al vacío
cabeza abajo así (después)
comienza hasta a gustarme
me pierdo naufragando.
En las cosas que no dices,
esas que en la noche
un poco avergonzado,
ahora y siempre harás.
Las comparten tus amigos
se curan pero a veces,
te quedan cicatrices
mas ninguno las verá.
Si piensas, no lo admites,
te llega, pisa fuerte,
en mi cerebro hay algo
que patina, qué será.
Y con el Evangelio intentarás secar tus culpas, que
tampoco ese pañuelo que usas siempre absorberá.
Y abres sacos de afecto,
que te tragarás de golpe,
tendrás purgatorios virtuales,
el tuyo qué sabe de amores.
Recurres a Dios implorando
por eso le sigues rezando,
en ese rincón tan estrecho,
tú nunca has hablado de esto.
Y como entre sombras tú
descubres los defectos que
celosamente por tu limbo tú
ocultarás, celarás,
cubrirás, tragarás,
escupirás, calentarás,
tocarás, en el horno olvidarás.
Hilarás, deshilarás,
chocarás o tal vez no,
mirarás, lo sabrás,
esconderás o qué sé yo.
viernes, 3 de febrero de 2012
He intentado de manera casi obstinada eliminarte de mi vida, pero no he podido. Lo único que he conseguido en todo este tiempo ha sido empeorar, sentirme cada vez más horrible y repugnante, asique si no puedo expulsarte quizás la mejor opción sea acostumbrarme a convivir contigo, aceptarte como parte de mí e intentar ser feliz teniéndote siempre dentro de mi mente.
Ahora solamente deseo volver a ser bella, como antes lo era, volver a estar a gusto con mi cuerpo y sonreirle a todas las experiendias maravillosas que se que están por llegar. Únicamente te ruego que, ya que me has causado tanto dolor, al menos me otorgues la fuerza necesaria para emprender un nuevo camino, regalándome la constancia y la fuerza de voluntad que me faltan para dejar de ser una foca asquerosa. Por favor, no me abandones ahora, no permitas que la oscuridad me consuma otra vez.
Ahora solamente deseo volver a ser bella, como antes lo era, volver a estar a gusto con mi cuerpo y sonreirle a todas las experiendias maravillosas que se que están por llegar. Únicamente te ruego que, ya que me has causado tanto dolor, al menos me otorgues la fuerza necesaria para emprender un nuevo camino, regalándome la constancia y la fuerza de voluntad que me faltan para dejar de ser una foca asquerosa. Por favor, no me abandones ahora, no permitas que la oscuridad me consuma otra vez.
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