sábado, 4 de febrero de 2012

Adiós

Estoy cansada de esta mierda, cansada de no tener el control de mis actos ni de mi propia vida.
Necesito sentir que soy capaz de conseguir lo que me proponga y saber que una obsesion que surgió hace mucho tiempo originada por unas circunstancias que ya no existen no va a dominar mi vida, no va a determinar lo que soy capaz de hacer o tener, si no que soy yo quien decide en función de lo que me apetece o lo que considero mejor en cada momento.
Decido decirle adiós para siempre, escogo no verme obligada nunca más a mirarle a la cara, esa cara demoníaca cargada de pústulas y colgajos de carne putrefacta que corona un cuerpo esquelético recubierto de piel amarillenta y reseca, corroída por la enfermedad. Nunca más volveré a dejarme intimidar por esa imagen, la visión de la muerte que tantos días intentó llevarme con ella haciéndome creer que el único modo de ser alguien en este mundo era pesar 47 kilos como máximo. Un ser maligno que me forzó a odiarme a mi mísma y al mundo, aprovechándose de la flaqueza que me caracterizaba por aquel entonces, cuando por primera vez vino a visitarme, instalándose en mi interior durante tantos años y alimentándose de mi felicidad hasta dejar solamente un desierto inerte.

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